Lo que cuentan los ancianos de TUAPILas casas de Tuapí Cuando el señor Edwin Taylor Shultz era un niño no había buenas casas en Tuapi, su comunidad, como sí las hay ahora. La gente era muy pobre y no sabían construir buenas viviendas. Entonces eran de paja y tierra. Las paredes se hacían con madera de kanka. Esté árbol parecido al bambú era cortado y luego aplanado cual tabla para forrar las casas. Los habitantes de Tuapi se alimentaban principalmente con pescado, yuca, arroz de la cosecha y demás productos que cosechaban en la plantación. El suelo era muy bueno.
Hombres y mujeres utilizaban ropas hechas con sacos de harina. Como no
había costurera, le hacían un hueco al saco y se lo amarraban por la
cintura. Los pantalones tenían una longitud de tres cuartos, no llegaban
hasta el ojo del pie. Se lucían estos
atuendos sobre todo en las festividades navideñas. Por ser días
especiales, a los pobladores les agradaba llevarlos puestos. La ropa
interior (calzones) de las mujeres
estaba elaborada con la misma tela del saco de harina, y se
amarraba alrededor de la cintura. Raras veces los padres podían
comprar telas en Bilwi y darlas a las
hijas
para que se hicieran vestidos.
No se sembraban árboles frutales como el coco, mango y marañón. Se recolectaban
nancites e hicacos a orillas de la playa luego del trabajo de campo.
En aquellos años se cosechaban caña,
arroz, musáceos
y
tubérculos. El señor
Taylor Shultz dice que hoy la tierra
no produce como antes. Está desgastada,
igual que la pesca. Antes uno tiraba
el anzuelo e inmediatamente picaban los peces. ¡Y se pescaba bastante!
El despale de los manglares ha provocado la huida de las tortugas
y peces. Había pocos árboles, pero había
mucho pescado, aves, venados y otros
animales silvestres. Ahora no, a causa del despale indiscriminado. Una compañía de nombre NIPCO sacaba madera del otro lado del río de Tuapí. Esto contribuyó a que se desarrollara en la zona una cultura laboral asalariada entre el pueblo miskito. Dado que la comunidad de Tuapí está cerca de Bilwi, sus pobladores trabajaban — y lo siguen haciendo — en algunas instituciones del Estado, en la pesca o en sus plantaciones. La mayoría de los hombres trabaja sobre todo en barcos pesqueros. Antes de que la NIPCO llegara a Puerto Cabezas en esta área se encontraban muchos animales cerca de la comunidad. Después de la explotación (de la madera) ya no se encuentran con facilidad el pescado, venado ni cusuco entre otros animales silvestres, pero lo que más añora Don Taylor son las siembras, los productos abundantes de la plantación: grandes racimos de plátano, bananos y guineos cuadrados. Entre los cientos de trabajadores de la NIPCO se encontraba Don Taylor. Se dedicaba a cargar y descargar madera cepillada que luego era enviada a otros países. Llegó a la NIPCO cuando era un recién casado. Entonces se exportaban millones de pies de madera de pino, caoba y níspero. Llegaban grandes barcazas al puerto para llevársela. Taylor ganaba poco pero había muchas cosas que los miriki traían para sus grandes comisariatos. Cuando se acabó el pino en Tuapí, la NIPCO se trasladó a Leimus, Río Coco. Dice Don Taylor que esta empresa es la causante del despale de los bosques de su comunidad. Hoy existen pocas áreas con pinos. Se queja este veterano ex trabajador de las madereras que los habitantes en lugar de cuidarlos las queman. Recuerda Taylor que en sus tiempos de juventud la juventud era sana, no le gustaban los conflictos y celebraban sus fiestas — especialmente durante las épocas navideñas — de manera sana. Desde septiembre hasta enero en la comunidad se celebraban las fiestas dedicadas al Rey y la Reina (KingPulanka), Los preparativos de esta festividad iniciaban en septiembre porque entonces era mucho más difícil conseguir dinero. Sólo así — recuerda Taylor — se podían captar fondos para la compra de la res que sería consumida en la fiesta.
No sólo este concepto de comunidad ha cambiado con los años, según Taylor, también otros más. Antes se practicaba la solidaridad, había cooperación entre los comunitarios. Si alguien mataba una vaca se repartía entre todos por igual. Lo mismo se hacía con el pescado. Si alguien iba a construir su casa, entre todos cooperaban. Lo mismo se daba con el trabajo del campo. Ahora no. Además de laborar en la NIPCO Don Taylor buscaba consejos, que se los daban dos personajes: Dirías y Jipinarias Davis. A ellos Taylor les confesaba todo lo que acontecía a su alrededor. No eran grandes estudiosos pero sí conocedores de muchas cosas. Le relataban que cuando vivía el Rey Ibihna todas las personas mostraban una conducta sana. Hoy día, se queja Taylor, muchos jóvenes lo único que buscan son drogas que entonces no existían. De esa época Don. Taylor recuerda una tragedia. Había dos hombres jóvenes: John Nihemeyer y Julio Palacios. Este último enfermó y murió. Se creía que John lo había sido envenenado, por eso la gente incendió su casa. Los jóvenes de la comunidad ayudaron a controlar el fuego, se mojaron las ropas y entraron a despegar las maderas de la casa, pero fue en vano, las llamas consumieron la casa. Después de tantos años de vida Don Taylor cree que lo mejor que ha logrado su comunidad es la educación, casi todos los niños van a la escuela. Cuando él crecía, sólo quien era hijo e hija de adinerados podían asistir a un colegio que usualmente estaba en Granada, Managua o León. Ahora hay dos universidades costeñas: BICU y URACCAN. Dice que para que su comunidad progrese es necesaria la educación para esta nueva generación. Hay jóvenes que han aprendido ebanistería, costura, albañilería u otros oficios que se ofrecen.
Siempre felicito a los jóvenes de mi comunidad que han aprendido estos
oficios, por que en mi época estos estudios no existían, e insto a que
sigan preparándose para el bien de la comunidad, por que todo eso es
progreso. Para Don. Taylor el cambio mayor que ha experimentado su comunidad es la llegada de la energía eléctrica. Antes se empleaba el candil elaborado con tarros de latón. Ahora las personas poseen refrigeradores, quienes tienen la posibilidad compran y venden bebidas gaseosas. La luz eléctrica facilita que los estudiantes vayan a clases por las noches. Don Taylor desea que su comunidad esté en armonía, sin conflictos, especialmente libre de problemas por tierras, sin prácticas de hechicerías en las que de todas maneras no cree. Pero cuenta que cuando joven, se decía que para que una muchacha se enamorara de un joven la hechizaban. Lo peor es que pasado un corto tiempo y después de cumplir con su capricho el joven la dejaba abandonada. El racismo es otro problema que Taylor quisiera saber erradicado. Aunque cree que ante Dios todas las personas son iguales, un pastor les decía desde el pulpito que los de pieles blancas querían exterminar a los miskitos porque los odian, no los querían y querían desaparecerlos. "Pero somos una raza ante Dios", dice Don Taylor. Su consejo para la juventud es que se unan con gente de su misma raza, para que se entiendan mejor. "Nuestra gente habla diferentes dialectos: quien te habla en inglés, te contesta en ingles, quienes hablan miskito te comunicas en miskito con ellos, y así con los demás dialectos. Pero —advierte — hay personas que por orgullo no desean hablar miskito, se afrentan de su raza y su lengua, lo cual considera errado. Según él, quien es nica debe hablar en su propio idioma y nadie lo va a impedir. El se identifica como miskito porque nació y creció en esta zona. Confiesa que también lleva sangre de otra raza en sus venas, pero se siente miskito.
La primera Iglesia Morava radicada en la Costa Atlántica fue la de
Tuapí. Allí
se construyó la primera iglesia. Los misioneros venían a pie de Krukira.
De tal manera que dicha edificación
es una de las más antiguas de la región. El señor Don Omelly Calixto, de 69 años, cuenta que cuando era niño en su comunidad había mucho monte. En algunas partes, como en Kambla, vivían pocas personas. No había luz eléctrica, cosa que le agrada que exista ahora. Había gente que venía a trabajar la tierra y viajaba hasta Kambla para cortar madera. Poco a poco se fueron asentando en este sitio hasta convertirlo en una comunidad. Más o menos en la misma época, recuerda, llegaron desde Dakra, Krukira y el Río Coco. Son los nativos de Tuapí. Luego comenzaron a sembrar árboles de mango, marañón, naranjas e icacos. La naturaleza era virgen, no había mucha explotación de recursos, había pescado, venados, guardatinajas, cusucos o armadillos, tortugas de río y de mar, y almejas. Abundaban las loras, lapas, pavos y muchos tipos de aves que ya no existen o se han ido lejos a causa del despale de los bosques. Tuapí era considerado el desvío del muelle. En el lugar le daban trabajo a los hombres de la zona. Invitaban a los hombres de Krukira y Karata para darles trabajo. Los pobladores de Tuapí cobraban los impuestos del aeropuerto y del muelle. También se encargaban de cobrar el corretaje y pagar a los hombres que trabajaban. Pero una maniobra que él recuerda cambió muchas cosas: los abogados junto con Jacobo Francis (q e p d) engañaron a la gente y entregaron el patrimonio y potestad de Tuapí a Karata. Durante estos eventos los ancianos de Tuapi no se mostraron beligerantes, según Don Omelly, quien dice no entender " por qué mis abuelos permitieron que todo esto lo quitara Karata". Hoy en día los mismos gobiernos permiten el saqueo de los recursos naturales de la zona. La pregunta es qué le vamos a dejar a estas generaciones, pues a como vamos no quedar nada.
Durante la existencia de las compañías madereras transnacionales como la
NIPCO, que exportaba madera hacia el extranjero, los hombres de Kambla
iban a trabajar a Bilwi. Era mucha la madera cepillada que sacaban. De
eso supo Don Omelly puesto que
trabajó para la NIPCO. Su trabajo consistía en cortar madera. Mientras
laboraba ahí, contrajo matrimonio. Un tercer cambio importante que Don Omelly observa es la existencia de pozos artesianos, pero quisiera que hubiese la posibilidad de que regrese el valor de la solidaridad que existía antes. Antes la gente se apoyaba mutuamente, dice. No había envidia. La etnia miskita se diferenciaba de otras por ser solidarios entre sí. También por celebrar las fiestas del Rey y la Reina. El primero se vestía con saco y corbata y en su chaqueta pegaba billetes de dólares. La Reina se vestía muy bien. Esto, dice Don Omelly, se ha perdido un poco. Por otro lado nuestras culturas van cambiando, siguiendo a las costumbres de otras culturas, ya se visten igual, ni siquiera comen la misma comida. Todo cambia, se respeta más a las otras etnias e incluso las celebraciones en nuestra iglesia no es igual. Aunque poco, pero existe la solidaridad entre los comunitarios.
Para que progrese esta comunidad, los dirigentes deben de hacer cumplir
la ley, por que si ellos no cumplen en la comunidad, no podría haber
progreso. Tenemos muchos profesionales quienes no se pueden integrar a
la comisión de la estructura comunal y junto con ellos se puede llevar
adelante la comunidad, también le digo al juez lo mismo. Los
comunitarios trabajan la tierra pero la mayoría prefieren ir a trabajar
al mar. El barrio más antiguo de Bilwi
El barrio El Cocal, de Bilwi, es considerado el barrio más antiguo de la
ciudad porque fue habitado por los primeros pobladores de esta ciudad.
La
señora Ermicelia Álvarez Noa, de 75 años, cuenta que en los tiempos
cuando El Cocal era un barrio
nuevo, hace más de medio siglo, durante el gobierno
del general Anastasio Somoza García, todo era barato: una libra de
azúcar costaba 0.25 centavos,
0.10 centavo la libra de harina, una yarda de tela valía
0.25 centavos, un mosquitero muy
grande costaba 15 córdobas. Las cosas
eran baratas pero ahora no, no podes
comprar nada. "Todo es tan distinto",
se queja. Cuando sus abuelos y padres llegaron a vivir al lugar no había casas, todo era montañoso. Desde donde ella habita ahora se podía ver el Mar Caribe y los grandes barcos que llegaban al muelle para transportar la madera. Ahora no se puede ver nada más que casas y más casas. El nombre “El Cocal” se lo debe a la gran cantidad de cocoteros que había. Cuando había cocos en horas de la mañana no se podía caminar. El abuelo Noha Galambas los recogía y vendía a los pobladores de Bragmans. A este señor le gustaba sembrar y cultivar cocos, y fue quien encontró este lugar para vivir. Según el recuento de esta señora Noha Galambas fue la primera persona que se asentó en El Cocal. Para ella, su abuelo era todo un personaje famoso porque luchaba por la tierra de los miskitos. Recuerda que una tía de nombre Eveling lo alojó en Bluefields para que estudiara ahí. Al volver sabía hablar en Inglés y Español. Más tarde conoció a su abuela, con la que procreó quince hijos. Todos vivían en El Cocal. Así lo quería su abuelo, que llegó a ostentar el cargo de Síndico. Los "gringos" lo enviaron hasta Bluefields para que allá le elaboraran su título de propiedad. Noha Galambas le cobraba a los "gringos" por usar la tierra. Ese dinero era repartido entre las comunidades de Sinsin, Krukira, Tuapí y Kambla. Ahora hay un litigio. Karata reclama estas tierras como propias.
¿Qué pasó después? Cuando fallecieron la abuela y el abuelo los cocos comenzaron a secarse hasta desaparecer. Además del coco en esta parte crecían bosques de caoba, pinos, Yamari de Duhran que llegaban hasta Kambla. Pero las compañías que sacaban madera los exterminaron todos. Antes de que el desastre ocurriera había incontables animales. Los primeros habitantes de El Cocal no necesitaban ir lejos para cazar un venado, armadillo, guardatinaja y chancho de monte (zahíno) pues rondaban cerca de la casa. Era fácil cazarlos sobre todo por las tardes ya que era el momento cuando salían. La pesca era también abundante. Por donde vive un personaje conocido como Jiménez había un gran río y ahí se pescaban fácilmente barbudos, mojarras y tortugas de río. ¿A qué se debía tanta abundancia? No había tanta gente, como ahora, y el suelo era muy bueno para sembrar yuca y arroz, entre otros. Cuando niña, doña Ermicelia iba con su hermana a recoger nancites por La Bocana. Se podía llenar un canasto entre seis y siete de la mañana. Ya no existen los árboles de nancite, los han cortado para leña. Igual ha pasado con los icacos que antes poblaban la ribera marítima. De la legendaria compañía NIPCO apenas recuerda poco, por lo que le contaba su madre, que le trabajó a los dueños de la maderera. Doña Ermicelia tiene grabada en su memoria las imágenes de los barcos que en sus vientres de metal se llevaban las maderas hacia países inimaginables. Su primer trabajo fue en el hospital Gray Memorial. Ahí laboró durante 37 años. Pero también realizó labores duras, como el trabajo de doméstica. Otra de sus facetas es la de madre de familia. Tuvo siete hijos, de los cuales han fallecido cinco. Hizo todo lo que estuvo a su alcance para mantenerlos.
¿Logros? No enumera uno solo. Se queja más bien de las tantas personas que llegaron desde otros lugares y le quitaron las tierras que le heredaron su abuelo y su padre. ¿Autonomía? No, no conoce sobre la Autonomía, pero sí asegura que antes había buena enseñanza escolar a la que su padre no la envió. Aquel hombre le decía a su esposa que las letras sólo eran para los hombres. Doña Ermicelia admite que ahora hay más escuelas y hasta universidades, y toda la gente es libre para estudiar. No siente ningún cambio en su comunidad, más bien percibe mucho odio entre las familias, críticas y hechicerías. Cuando El Cocal era un barrio joven había armonía en la comunidad. Si alguien mataba una res o un cerdo o traía pescado, se repartía entre toda la comunidad. El apoyo mutuo ya no existe, antes todos se ayudaban. Doña Ermicelia quisiera que ese espíritu volviera y que bajaran los precios de los productos. Además, que no les cobren impuesto por las tierras para que haya progreso en la comunidad. Sus fiestas eran llamadas "Cumbi", se amenizaban con tambor, las personas sabían bailar. Las celebraciones del Rey y la Reina eran vistosas. Sus majestades se vestían de manera "agringada" (American), el Rey pegaba en su ropa pegaban billetes de dólar y la Reina era muy bonita, lucía un largo vestido blanco. Tal tradición ha menguado en la medida en que ha muerto la generación que hace medio siglo o más la celebraba.
Dos caminitos, una misma realidad El Cocal que recuerda Beasley Reynolds, de 70 años, era una zona montosa en dirección a La Bocana. Se usaba como potrero los señores Patrick Joe Martínez y Paco Vela, quienes tenían su ganado en este sector. Antes había solamente un caminito estrecho que atravesaba una lomita llamada "Loma Roja" y llegaba hasta el cañón "Bilwi Tingni", que hoy se conoce como La Bocana, donde se encontraban dos señoras de nombre Rosa y Amanda. El camino terminaba por donde hoy es la Municipalidad. Había otro caminito, que culminaba por donde vive el señor Arnulfo Meza. En esa esquina vivía el señor Ratri. Al otro lado vivía una señora que criaba cabras. Aquella senda pasaba también por donde hoy es el puente San Pedro. Lo que había en esos años sobre el vacío era una tablita. Había mucho monte y numerosos venados, que se cazaban fácilmente. Había aves de todo tipo, como loras, lapas etc. También hubo iguanas, garrobos, chanchos de monte (zahínos), guardatinajas. Había considerable cantidad de pesca en el río y el mar, muchas almejas, las mujeres sólo bajaban a la playa y se las encontraban, los peces nadaban cerca de la playa. Había incontables árboles de pino, caoba y otros árboles que han desaparecido. La NIPCO y los miskitos los acabaron por explotación y por descuido. Han dejado que se quemen. Fue en El Cocal que conoció a los dos personajes más famosos de su vida un señor Casimiro, que vivía aquí en el Cocal, y al señor Noha Calambas, que era el dueño de estas tierras. Por supuesto que no puede dejar por fuera a su abuelo, quien siempre le decía: "te voy a contar estas historias (sobre la NIPCO y la Standard Fruit) para que ustedes también se las cuenten a sus hijos. Eran los años treinta del siglo XX, cuando ambas empresas eran todavía recientes inquilinas en la región.
Aquel abuelo usaba una argolla en la nariz, cuando su nieto Beasley le
preguntaba
por qué la usaba, él le contestaba que cuando iba a otros lugares lo
reconocerían como indígena. "Lo que llevo en mi oreja significa que soy
casado", decía el abuelo. "De esta
manera me van a respetar los otros indígenas. Quienes no llevan
esa argolla son solteros. En cuanto a las mujeres si
llevan dos chapas son considerados
casadas y si sólo llevan una significa que son solteras". Aquel abuelo viajaba hasta Belice, Costa Rica e Islas de la Providencia, a las islas de Yucatán y Granada para realizar intercambios comerciales. De estos lugares es que ellos trajeron cocos, semillas de naranjas, mandarinas, distintos tipos de mangos, que hoy en día se producen en Bilwi. Cada viaje era anual y en aquellas tierras se quedaban a veces hasta un año. Don Beasley recuerda además que las ropas que sus abuelos usaban era de esos sacos largos con camisa blanca por dentro y largos pantalones negros, bastón de mano y una palma fina en la cabeza. Siempre portaban sus acordeones para las celebraciones de sus fiestas e inclusive andaban cantando, se unían los grupos que vivían por El Muelle y los de Bilwi para realizar sus cantadas. Por donde es hoy el puente el señor Poncho se cruzaba. Era la zona de los gringos. No había estadio. En la esquina del camino vivía un mister Katsch, era el representante de la Standard Fruit Co.. Lo relevó a su salida otro gringo, mister Eham, que vivió por mucho tiempo en el lugar. De la barra del río Wangki traían el banano para embarcarlo en los navios de la Standard Fruit. En el lugar vivía la señora Amanda Lacayo. La suya era la única casa en el sector del muelle. En el otro extremo vivía el señor Joe Cook, quien tenía una comidería, también estaba la señora Triz. Más al este vivían algunos miskitos. La Standard Fruit había construido un barracón grande para que ahí vivieran los trabajadores de la compañía. Había un barracón para solteros y otro para los casados. Estas construcciones eran por donde actualmente vive Don Cecil en el muelle. A través del tren se transportaban el banano y la madera hacia los barcos. La Compañía había construido una pequeña iglesia para que los trabajadores pudieran asistir a misa, hasta que se cambió a como está ahora. El señor Chico era el pastor entonces, ya falleció. Al lado de la Iglesia Católica se erigió la Iglesia Morava, que se construyó donde actualmente se encuentra en la loma del Barrio El Muelle. Así se fue poblando lo que ahora es el barrio El Muelle, con personas que llegaron de las comunidades de Krukira, Wawa, Tuapí, Sandy Bay, Daukra y otras, hasta convertirlo en una comunidad.
Durante el apogeo de la Compañía se sacaba madera y banano. Don Beasley
no trabajó en la compañía, pero ahí le regalaban banano que le llevaba a
su madre para que le preparara un delicioso wabul. Hace más de medio siglo el muelle del puerto era más largo. Ahí había una gran bodega en la que se almacenaban los productos que llegaban en los grandes barcos llamados "Gatón" y "Granada". Venían muchas mujeres "gringas" en esos barcos para divertirse en el club de la Standard Fruit Co. En el lugar donde está el colegio del Niño Jesús había una escuelita muy pobre, los niños pintaban los tanques y sobre ellos ponían tablas, en las que se sentaban para recibir sus clases. No tenían nada. Cuando llegaron los misioneros católicos comenzaron a limpiar el área para construir el convento de Las Carmelitas. Donde ahora está la Municipalidad había una escuelita, era pública. Una vez que los católicos construyeron la escuela todos los estudiantes se cambiaron hacia la nueva escuela para continuar sus clases. Había otra escuela donde vive actualmente el señor Dudley Wilson. A esa solamente iban hijos de los miskitos, pero no eran muchos. El alfabeto estaba escrito sobre una tela que se colgaba para que los niños pudieran leerlo bien. La adultez le llegó a Don Beasley en una panadería, donde hacía pan. Fue mesero, lavaba platos y vasos en el Club de la Standard Fruit Co. Después trabajó por seis meses en un aserrío de la NIPCO. Más tarde con la Empresa Nulan, en el Río Prinzapolka y con una Empresa constructora de caminos en el trayecto hacia El Rama. Todavía no tenía familia. Recuerda el Huracán en la barra del Río Coco y un período de hambruna que azotó este lugar. Las personas se iban hasta Costa Rica porque allá había plantaciones de banano y plátanos, los cortaban, los traían en grandes sacos para regalarlos, se molían, se hacía atole y se lo tomaban. No había sal, los habitantes traían el agua de mar para sus alimentos.
Comenzó a oir hablar de autonomía en los años de la revolución
sandinista.
Considera que se habla de ella pero muchos no la conocen, es por eso que
no
podemos ver en qué ha ayudado. Aún así, Don Beasley encuentra diferencias entre los miskitos y las demás etnias. Encuentra que su forma de vivir es diferente, igual sus fiestas, que se celebran de noviembre a enero, cuando se realizan las fiestas de disfraces y las del Rey y la Reina. Me gustaría que hubiese caminos de acceso, energía eléctrica, erradicar el uso drogas, los asaltos y a todos los ladrones, castigar a esas mujeres que fabrican crack. Ante lo único malo que se escuchaba era la enfermedad que afectaba a la gente que trabajaba en las minas: la tuberculosis. Unión y progreso o división y atraso Nació y se crió en Tuapí, donde las casitas no tenían tambo pero sí techo de palma. Don Wilcito Pasquier, que ahora tiene 65 años, proviene de una familia humilde. Alrededor de su casa la naturaleza era virgen. Había árboles en abundancia. La comunidad era pequeña, había monte y pino en la parte del fondo. Los padres se iban a cazar y al rato venían con cusucos. Se iban a pescar al mar y sacaban la cantidad que se quería, había almejas en abundancia. Actualmente no quedan casi palos de pinos ni almejas. Con el aumento de la población el pueblo se ha ido extendiendo la explotación. Las motosierras han arrasado con nuestros árboles, incluso entran a robar. Cuando uno se da cuenta ya se han llevado los pinos. "Por eso que no tenemos nada", clama Don Wilcito.
Idos también, pero vigentes en su memoria se encuentra gente a la que
considera
personajes: sus antiguos jefes. Entre ellos Ned Williams, Cortés, Sill,
Pájaro Loco. Las empresas norteamericanas empleaban a la mayoría de hombres de la zona. Él llegó muy joven a la Standard Fruit Co. y comió del banano que llegaba desde el Río Wangki. Más tarde se asentó la NIPCO, que poseía un gran aserradero desde donde salían al exterior diferentes especies de madera. En aquellos años mejoró el nivel de vida de mucha gente, se comía bien, todo era barato. También recuerda que por la bajada del muelle había un gran caserón de vidrio, que eran la comisaría y la oficina de los gringos. Ahí pagaban cada fin de semana, más bien los días sábado, desde las doce en punto. No había ningún sábado en que los empresarios dijeran que no tenían fondos, como muchas empresas lo hacen ahora, para cubrir los pagos. "Por eso vivíamos muy bien", según Don Wilcito. La buena vida se le borró en los años de la guerra. "Fue terrible", recuerda. "Una tragedia. Muchas personas murieron: pastores, reverendos, niños... Perdimos nuestras casas, animales, ganado... los militares sandinistas nos robaron. En su mente está la noche en que iba hasta Krukira, a dejarle comida a los Contras. Los sandinistas lo capturaron y golpearon. Casi lo matan, lo acusaban de ser Yatama. Da gracias a Dios por estar vivo, pues le ha permitido ver cómo su comunidad ha logrado administrar sus propios recursos. También a sus abuelos, que " bajaron a Bluefields por el mar en un cayuco, se sacrificaron para que nosotros seamos dueños de nuestros recursos". A la generación actual le ha tocado gestionar la electrificación de la comunidad.
Tales adelantos han sido posibles por una palabra: autonomía, de la que
Don
Wilcito ha conocido poco. "Se habla de autonomía en nuestra Región, pero
sólo es de nombre por que el Gobierno Central hace lo que a ellos les
conviene. Se llevan nuestros
recursos del mar", se queja. La inmensa población
de langostas y camarones de Cayos
Miskitos ha sido agotada. Es el momento en que la comunidad debe
controlar la explotación de la pesca que aún
queda. "Para progresar se necesita trabajar en unidad, si no nos unimos y hay divísionismo no habrá progreso", sentencia. La pobreza de mi madre, mi pobreza Me llamo Gustavo Castro Irías. Tengo 76 años. Nací en 1928 y es la fecha en que mis ojos se abrieron. La situación de Tuapí era bastante difícil. En lo personal yo crecí en Yulu Tinkgni No tuve educación por la misma pobreza. No existía escuela, únicamente una iglesia. Recuerdo a Miss Kate, ella daba clases. Cada familia tenía sus propias parcelas. Había abundante pesca por, eso las personas se mantenían en buena forma. Actualmente no hay nada en el mar, mucho menos en las lagunas, una de las razones es que existen abundantes barcos pesqueros. La comunidad de Tuapi vive de sus parcelas (alimentación) y de lo que siembra. En sus predios cohabitan con animales domésticos o ganado. En Yulu Tinkgni había bastante cosecha y producción, de manera que había bastante comida, toda clase de bastimento, pero no había venta ni mercado. La venta de bastimento o productos derivados del mar era escasa. Un señor de nombre Mister Teller fue el primero en poseer una red para pescar. Teníamos que andar por todo lo largo de la playa. Una vez que teníamos los productos teníamos que andar en todo Bilwi para poder venderlos. Era poco lo que ganábamos. Los tiempos son mejores ahora, porque hay presencia de compañías pesqueras. Entonces en Bilwi casi no había personas, calcularía unas 500. Primeramente existió Bilwi, después la comunidad de Tuapí. Nosotros llegábamos a vender leche de vaca. Costaba 0.75 centavos el litro. Con las ventas obteníamos unos ciento cincuenta córdobas. Con eso comprábamos los granos básicos. Los productos eran baratos: la sal costaba un centavo y el azúcar 0.75 centavos la libra. Pero ya en ese entonces las cosas estaban subiendo de precio. Durante el tiempo de Somoza las cosas eran baratas, pero no había trabajo. En Tuapí era difícil que los niños estudiaran por que la gente era muy pobre. En Bilwi no había trabajo, uno tenía que irse hasta las Minas de Bonanza y La Luz para encontrar trabajo. Hasta entonces se podía conseguir una ayuda para los familiares. Muchas veces, por el hecho de ser miskito, era menos remunerado que los otros trabajadores que laboraban en esa compañía. Me pagaban unos cuarenta y siete córdobas mensuales.
De las personas que gozaban del prestigio dentro de la comunidad estaban
Norberto Irías, John Pitisin, y Pinot. Eran los ancianos y dirigentes de
la comunidad y fundadores de Yulu
Tingni, junto con el Pasin Jamany. Dentro de la comunidad (Tuapí) no había trabajo, sólo en Yulu Tingni. Nosotros teníamos naranjas y ganado que nos permitía producir derivados de la leche. Pero todavía en ese periodo no había mucha gente en Bilwi, que se pobló una vez que las compañías Nulan y NIPCO hicieron presencia. La gente llegaba de diversos territorios: Bluefields, Tasbapauni, y de otros lugares, lo que permitió que la población de Bilwi creciera. Kaina Piuara Fruit Company en este tiempo estaba en el centro. A través del tren se transportaban hasta llegar al muelle, al que llegaban los barcos y que traían consigo a turistas que botaban "five cents", "ten cents", y nosotros los recogíamos. Ellos bajaban consigo productos y eran trasladados hasta donde quedaban el Laithus, y después eran llevados a la zona residencial al este de la ciudad.
Antes las cosas eran más difíciles de conseguir. En cambio en nuestros días, encontramos muchas cosas, por ejemplo Nonfat dice que la ropa usada se consigue barata, antes no teníamos esa oportunidad. En aquel entonces no había ropa costurada, se encontraban únicamente cortes en los comercios chinos. Hombres y mujeres usábamos la ropa hasta la rodilla y muchas veces añadida, incluso antes se perdían las telas. Había mucha pobreza con relación a la vestimenta. En las lagunas había una gran diversidad de especies, abundante pescado en la laguna Raks Diman. Se podía ver a simple vista la gran variedad, no sabíamos qué hacer con los botes llenos. Los tiburones abundaban. Igual los animales del bosque: venados, ibihna, tahira. Ahora han desaparecido, esto se debe a que el índice en el aumento de consumo está por encima de la producción. En Tuapí hasta las montañas han disminuido. La gente no quiere trabajar, antes las personas eran mucho más trabajadoras, lo hacían hasta en tres fincas en épocas de verano. Ahora sólo piensan en maldades y no quieren trabajar. Sucede que ahora cuando nosotros trabajamos nos roban. En nuestro tiempo tenemos que ir a (Puerto) Bilwi, para comprar hasta el pescado. Las nuevas tecnologías inciden para que se deterioren los recursos en mayores cantidades y en poco tiempo. Esto incide en el aprovechamiento irracional de los recursos. Los medios que se utilizaban en la extracción de madera no permitía cortar con rapidez los árboles, ahora sí y ya vemos el resultado. Ahora la madera abunda en el mercado. Lo más probable es que más adelante no existirá la madera, ni casas de madera habrá el día de mañana. Cerca de nuestra comunidad había enormes árboles de pino... todo se terminó. La Nublan Company arrasó con ellos. Pero antes con la NIPCO, Nulan, Tronquera, La luz y Siuna abundaban al menos algunos córdobas. Hoy no hay fuentes de trabajo en nuestra ciudad ni en la Costa Atlántica.
En cuanto a apoyo y solidaridad, se practicaba el "pana pana" en tiempos pasados, la convivencia colectiva, se compartía. Cuando vas a las iglesias se comenta de la pérdida de esos valores, y nuestra forma de vivir se va perdiendo. Antes, cuando matábamos una vaca se compartía con todos y de esta forma convivíamos con respeto. Creo que nunca más veremos la forma como vivíamos antes. Talvez si la tierra tuviera un cambio o una transformación, hoy en día se practica la palabra "cada cual a lo suyo", como dice sálvese quien pueda, y esto hasta lo predican en la iglesia. Lamali, significa: vivir en unidad. En cuanto al término Klauna no tengo mucho conocimiento. Escucho decir o hablar de Klauna, pero en lo particular no le veo ningún provecho, es Dios quien me cuida desde que existo. Podríamos decir que en las comunidades indígenas miskitas se da la autonomía. En lo particular no tengo conocimiento. Existe una diferencia en cuanto a la educación, ya que no existía medio alguno, ni radio. Hoy abundan los medios radiales. Existe una serie de posibilidades en materia educativa, ahora contamos con universidades como URACCAN y BICU, que viven anunciando diversos cursos y carreras. Existe falta de interés y voluntad de la persona por estudiar. Los padres insisten, pero los hijos no desean estudiar, prefieren la vagancia. En mis tiempos no teníamos acceso a la educación por la pobreza de mi familia. Algunos cambios que se dan dentro de la comunidad es la infraestructura. Antes nuestras viviendas estaban hechas de palma y bambú. En esta época existen casas bonitas producto del estudio y del apoyo de los hijos, también hay mayor progreso.
Me siento satisfecho de poder comunicarme en mi propia lengua. Dios a
cada uno nos dio nuestra propia lengua. Sin embargo, habemos muchos
miskitos que andamos confundidos, nos metemos en el castellano y a veces
en el criollo, no hablamos el miskitos a como se debe. En materia cultural, considero que desde tiempos ancestrales una de las dietas alimenticias es el pescado y la yuca desde pequeño los consumíamos, pero a partir de los años ochenta eso ha ido cambiando. Las enfermedades vienen más seguidas, porque nuestro alimento en sí es rico. La yuca, el pescado los productos del mar (langosta) los comíamos ricos. Ahora se consume verduras, condimentos. En este sentido decimos que hay progreso, pero no es acorde con nuestra realidad. Nuestra comida es yuca y pescado, que han sido sustituidos por otros alimentos. Nuestros antepasados trabajaban duro, pero ahora únicamente se dedican en consumir licor, obviando su estilo de vida. La etnia o nación miskita en comparación con otras somos los más ricos, aunque ahora observo que no queremos trabajar, nosotros mismos nos inclinamos hacia la pobreza. Pero en cuanto a nuestra forma de vivir considero que vivimos correctamente, todo es libre, por eso es Yamni irisa. En cuanto a algunas festividades, sobre todo en épocas navideñas preparábamos el Tualbi. En el caso de nuestros antepasados desde tres meses antes ya empezaban a preparar el Tualbi y se consumía a mediados de marzo. Antes Drum tara bara Kan, se cocinaban en Kias. Uno de los ancianos se mantenía encima de ellas con un Guacal y se iba llenando el Guacal a todo el que llegaba en orden y con respeto.
Las festividades daban inicio desde tres meses hasta llegar a la
Navidad. De
igual forma se celebraba el juego de judas. Éste consistía en que seis
personas
elaboraban un Judas: agarraban sapos, después se los tiraban a los
ancianos y estos corrían del miedo, y así sucesivamente lo andaban por
toda la comunidad,
recogiendo toda clase de multas, como cerdos y gallinas. Finalizaba a
eso de las cuatro o cinco de la
tarde, luego regresan a casa. Judas rico había conseguido todo lo que
pagaron de multa. Entonces empezaban a beber y a
cocinar lo que recogieron, pasaban
toda la noche comiendo con mucho respeto. Cuando pasaba la Navidad iniciaba el King Pulanka. Empezaban otras fiestas, como el Kuhbikan para recoger dinero o vacas. Todo era barato unos setenta y cinco u ochenta córdobas. Se preparaban queques. Todo esto se hacía abajo normas y leyes, había guardias. Después sacaban al segundo y primer rey y empezaban a bailar, sacaban caballos tres y cuatro, se casaban tres mujeres, bandis sakuya. En comparación a las festividades pienso que los tiempos han cambiado. Antes las condiciones eran mejores, las cosas han ido de mal en peor, (por que creo que hace como tres años que aquí no se celebra King Pulanka), no hay dinero para comprar vaca ya que esta cuesta como siete mil córdobas. Antes todo joven aportaba de su bolsa. Recolectábamos de cinco, diez, quince y entre cien personas se compraba la vaca. En Bilwi se compraba la vestimenta linda a las mujeres, las colocaban en la parte de enfrente y nadie las tocaba. Podían pasar hasta las doce de la noche y nadie se la quitaban hasta que Wihta diera por terminada la celebración. La vestimenta de los hombres eran trajes de sacos. La de las mujeres era de tela de litio fino y se mandaban a comprar con las personas que viajaban a Managua. Se miraban tan bien que daban ganas de quedar viéndolas.
Antes no había radio. Se cantaban las canciones "Al dalin dupali,
Tininiska Mairitv". Para el ritmo se
utilizaban las cucharas y los ralladores, guitarras. Era tanta la
alegría que, hasta las viejitas temblaban. En la actualidad se recurre a
la radio, que pone música que
me hacen pensar cómo se bailará. En Tuapí se ha ido perdiendo
nuestra música por la radio. Antes se bailaba el Chatis, las
señoras se lucían bailando al compás
de la música y la gente las observaban maravillados. Antes los
reverendos bendecían el King Pulanka. Señalaban que la cultura es
valiosa y que había que preservarla. Hasta oraban por eso.
Pero ahora dicen: ¡Uy, miren, están
trabajando con el diablo! Han cambiado las visiones. Antes los pastores
asistían y las personas los atendían a ellos de primero. Todo ha
ido enfriándose. El señor Serman Plusni, de 84 años, manifestó que cuando él era un niño todos limpiaban sus predios para que su comunidad luciera presentable. Para viajar hasta Puerto Cabezas en busca de algunos productos caminaban. Era la única manera de llegar. La presencia de árboles era abundante, Yulu (Caoba), Krasa, (Santa María) Iban (Níspero) Yalam (Cedro Real) y el pino. En Tuapí había mucho pino, ganado, caballos, cerdos y gallinas. Los árboles madereros los aprovechaban los miskitos únicamente para la construcción de sus viviendas. Pero los norteamericanos se dedicaron al corte de sus pinos y caobas con la finalidad de extraer madera y enviarla en barcos a otros países. ¿Cuándo fue la primera vez que usted tuvo conocimiento del proceso de la Autonomía? Desde hace rato. Sí, hace mucho.
¿Que ha sido la Autonomía para su comunidad? Una gran ayuda. Cuando hay algo que hacer en la comunidad, pues se habla y se pone en orden.
¿Cuándo fue más fácil estudiar? Antes la educación era más dura. No existían muchas escuelas. Ahora dicen que las escuelas son buenas, hay niños que tienen escuela y llevan bastantes libros a la escuela. Todo está cambiando, antes las cosas eran diferentes. Anteriormente uno limpiaba en conjunto con la comunidad, se preocupaba por la limpieza. Había más solidaridad. Las fiestas de King Pulanka era con rnás color, y nos distingue de las demás etnias. Igual nuestro idioma, el miskito.
¿Usted qué entiende que nuestros antepasados pensaban diferente en
comparación con la nueva
generación? ¿Cómo vivían antes nuestros antepasados?
Bueno antes ahí no vivían personas, ni había casas, ahora está lleno de casas, de gente de todos lados... Anécdotas El reloj del aire Estaba en Yulu Tingni. Entonces había un avión de nombre Taca y volaba entre Bonanza y Managua. Estando las señoras todavía en las montañas pasaba a las once (11:00 a.m.) y eso daba por finalizada nuestra labor. Era como nuestro reloj, decíamos: Nacap, ya pasa el avión para Bonanza. El Jet de 1972 Otro día, después de mi regreso de la finca, estaba comiendo en el patio de mi casa, cuando veo que viene un avión jet. Era el año de 1972 cuando vimos el primer avión de ese tipo. No es como ahora que avisan por radio todo lo que va a ocurrir. Nadie sabía nada en ese momento, y decían: ¡Aluy, pasan marcando! Unos hasta querían volar al cielo, como si tuviesen alas. La gente daba vueltas y corría, hasta que desapareció el jet, se calmaron un poco. Si hace cincuenta años... La gente adulta ha visto y conoce muchas cosas. Nuestra memoria ya no es igual que antes. Si hubiésemos transmitido estas historias de generación en generación a estas alturas estarían llenas de conocimiento, pero no fue así. Si en tiempos de Somoza, hace cincuenta años hubiéramos recibido estudios tuviéramos con las herramientas para ir peleando nuestros derechos. Si entonces hubiéramos tenido profesionales quizás no se hubiese firmado la celebración de los cincuenta años. Antes de eso se hubieran buscado las razones y motivos de los diferentes acontecimientos ocurridos a través de la historia. Sin embargo, no había posibilidad, pero si hubiéramos estudiado, seguro nos hubiésemos enfrentado, pero como no fue así, por esa razón continuamos en esclavitud.
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